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viernes, 21 de enero de 2011

Amayuelas de Abajo (Palencia, España). La utopía posible



El municipio ecológico o la eco-aldea no tienen por qué ser un sueño irrealizable. Jerónimo Aguado nos presenta en este artículo, basado en la propia experiencia, el ejemplo de Amayuelas de Abajo (Palencia), un ecomunicipio donde la gestión integral del territorio se ha convertido en un excelente marco para la formación y la creación de empleos verdes. Desarrollo sostenible, ecología y progreso social son una realidad tangente en Amayuelas que hace añicos los mitos sobre los que la sociedad tecnocientífica actual ha elaborado su idea de "progreso" y su economía devastadora.


Iniciamos nuestro trabajo lanzándonos a la aventura de la producción. ¿Cómo producir sin deteriorar los recursos del entorno? ¿Cómo crear nuevas fuentes de riqueza siendo compañeros de viaje de la madre naturaleza? Se inició así un proceso de aprendizaje colectivo donde la intuición y la transmisión oral del "bien saber hacer" de las personas mayores de nuestra comarca han jugado un papel clave como materiales didácticos-formativos.

LOS OBJETIVOS

Los objetivos esperados no eran otros que ir dando respuesta a los sucesivos problemas planteados en el proceso productivo. Se trataba de redescubrir las potencialidades de la producción cuando ésta se realiza haciendo un uso correcto y legítimo de los recursos del territorio. Y así fuimos aprendiendo cuestiones tan importantes como la producción de alimentos sanos, que además no contaminan ni la tierra ni las aguas; las múltiples posibilidades energéticas que nos ofrece el sol y el aire; el reciclado y uso de infinidad de recursos que la sociedad de consumo despilfarra; la elaboración de abonos naturales compostando los residuos orgánicos; el riego de un cultivo industrial (chopo para pasta de papel) aprovechando las aguas residuales; la rehabilitación de nuestro patrimonio histórico-artístico; y la construcción de nuevas viviendas considerando el uso de las técnicas de la arquitectura popular; o la creación de pequeñas y medianas empresas a partir de un valor añadido a la producción local...

EMPLEO E INVESTIGACIÓN

Un nuevo mundo se abría ante nuestros ojos. Las nuevas posibilidades de empleo son reales en un contexto al que las políticas desarrollistas obligaron a la marginalidad. Los resultados hablan por sí solos. Empleos fijos: 20. Empleos temporales: 50. Autoempleo: 10. Asentamiento de población: 15 personas. En nuestra experiencia, el estar en contacto directo con los resultados obtenidos nos da pie para investigar. Investigar a partir de múltiples pruebas contrastadas una y otra vez por el elemento humano que participa en el proyecto, lo que permite la resolución de muchos problemas y la respuesta a nuevas preguntas. El campo y la calle se convierten en auténticos laboratorios para los agricultores, los pastores, los avicultores, los panaderos...

Así, pues, las posibilidades que se abren son infinitas. Veamos algunos ejemplos.

El barro se abandonó como recurso natural para la construcción de las viviendas rurales de la comarca: sin embargo, hoy podemos decir que sus cualidades son múltiples para hacernos una casa más sana. Con la incorporación de nuevas tecnologías, podría volver a utilizarse como medio de arquitectura popular. Otro ejemplo: la mayoría de especies de semillas y variedades autóctonas han sido sustituidas por variedades híbridas, por ser consideradas poco competitivas para la agricultura industrial. Hoy, en Amayuelas se cultiva con semillas autóctonas, lo que beneficia la biodiversidad y la agricultura biológica y sostenible, y mantiene los ecosistemas. Los agricultores convencionales de la zona son escépticos: pero sobre el terreno pueden ver cómo la agricultura "bio" tiene posibilidades de futuro y pueden comprobar cómo se realizan los controles de plagas y enfermedades con tratamientos completamente naturales.

MARCO EDUCATIVO

Todo ese proceso nos ha permitido, también, contemplar nuestro trabajo como marco educativo y como recurso para vincular estos procesos formativos al microdesarrollo económico y social de estos pequeños pueblos. Ha sido uno de nuestros grandes descubrimientos. De esta forma, Las Amayuelas son un espacio vivo donde los sujetos del proyecto estamos inmersos en un proceso continuo de formación, dando respuestas lógicas a nuestras necesidades como humanos asentados en un espacio al que los cánones de la lógica del productivismo denominan "marginal".

Pero es que, además, Las Amayuelas, a través del CIFAES, se configuran como marco educativo/formativo donde se cruzan las ofertas de nuestra comunidad, que ha producido un bien socioeducativo, con las demandas de una población que valora ese bien como el mejor contenido pedagógico para cubrir lagunas que desde otros espacios más institucionalizados no se pueden cubrir.

El niño que conoce cómo se produce el trigo, la leche, el pan... aprende a darle el valor que tienen y a relacionarlos con la persona (el agricultor) y el entorno (la tierra) que los produce. El joven encuentra en Las Amayuelas un lugar donde contrastar los conocimientos teóricos que ha aprendido en la universidad. Y el adolescente, tal vez considerado un fracasado escolar, encuentra aquí un lugar donde recibir formación práctica y específica (por ejemplo, como ayudante de cocina) para encontrar empleo en el sector hostelero... Son, entre otros, algunos ejemplos de cómo el territorio, su actividad y las gentes que lo gestionan pueden convertirse en uno de los mejores instrumentos pedagógicos para hacer de la formación un verdadero instrumento al servicio del desarrollo sostenible de los pueblos.

REALIDADES PALPABLES. 22 SUEÑOS REALIZADOS

Nos falta espacio para describir cada uno de los sueños hechos realidad en Amayuelas de Abajo. Digamos, eso sí, que son 22, actualmente, los proyectos llevados a cabo en la eco-aldea. Hay un albergue, una cocina industrial, un corral de aves autóctonas "bio", dos bodegas, un corral de cordero biológico, cultivos biológicos de cereales y leguminosas, un invernadero (1.500 metros cuadrados), 5.000 metros cuadrados de huerta biológica, una planta de compostaje de residuos orgánicos, un horno de pan integral "bio", un filtro "verde" para los residuos del pueblo (que no dispone de depuradora), un taller de promoción del barro y el adobe como técnica constructiva local, una panadería tradicional... Todas estas iniciativas han devuelto la vida al pueblo, han mantenido la biodiversidad cultural en la zona, han proporcionado empleos y han rehabilitado edificios ruinosos...

Autor: Jerónimo Aguado

Jerónimo Aguado es agricultor ecológico y presidente de Plataforma Rural
Publicado en The Ecologist para España y Latinoamérica el 1.1.2001